La Acumulación de Residuos: Una Economía Política de la Destrucción Sistémica
Naturalezas en peligro: Residuos, Contaminación, Medio Ambiente (Parte 3)
La Acumulación de Residuos: Una Economía Política de la Destrucción Sistémica
Los residuos, ya lo decíamos en otro lado, tanto sean de origen doméstico, agrícola o industrial, son uno de los problemas inevitables del siglo XXI. El aumento de la población mundial y su concentración en las ciudades, así como el desarrollo de los equipamientos industriales y de los bienes de consumo, están generando cantidades astronómicas de residuos: una media de más de 400 kilogramos por habitante y año en los países desarrollados, y en algunos casos más de 700 kilogramos. La gestión racional y la reducción de los residuos se han vuelto esenciales para proteger el medio ambiente y el futuro de las generaciones venideras.
Esta es la segunda parte sobre los residuos en general. La primera parte está en:
Residuos Cotidianos: Residuos Domésticos y Residuos económicos
Los residuos, ya sean de origen doméstico, agrícola o industrial, son uno de los problemas inevitables del siglo XXI. El aumento de la población mundial y su concentración en las ciudades, así como el desarrollo de los equipamientos industriales y de los
Hoy en día, la toma de conciencia colectiva sobre esta cuestión está dando lugar a tres niveles de compromiso, cada uno más o menos decisivo en las políticas y acciones nacionales. En primer lugar, los residuos, considerados como un “cadáver económico”, estaban destinados a ser enterrados en vertederos y después destruidos por incineración. Frente a las molestias y peligros que revelaban estas técnicas, muchos países introdujeron después la clasificación selectiva, que permitió una valorización parcial y una reducción significativa de los residuos, que siguen siendo un problema.
La segunda parte de esta serie está aquí:
Reducir y Controlar “Limpiamente” los Residuos
Los residuos, ya lo decíamos en otro lado, tanto sean de origen doméstico, agrícola o industrial, son uno de los problemas inevitables del siglo XXI. El aumento de la población mundial y su concentración en las ciudades, así como el desarrollo de los equipamientos industriales y de los
Por último, está surgiendo el nuevo concepto de “residuos como riqueza potencial”, con técnicas innovadoras para recuperar la energía contenida y la “materia prima secundaria” reciclada. Los países escandinavos, Alemania y Canadá han estado a la vanguardia de estas iniciativas, y la proporción de residuos finales – “residuos de residuos”- destinados al vertedero se ha reducido a menos del 10%, o incluso del 5%, en estas zonas pioneras. Puede interesar también la consulta de lo siguiente:
Para algunos autores, en el despilfarro disfrazado de riqueza, la naturaleza es la principal mercancía en oferta. Los residuos, desde el punto de vista de varios marxistas, se venden y, como todo lo que depende del capital, se financiarizan.
Pero hay otras voces sobre el tema, ya desde hace mucho tiempo, como por ejemplo:
"Despilfarrar, destruir nuestros recursos naturales, despellejar y agotar la tierra en lugar de utilizarla para aumentar su utilidad, tendrá como resultado socavar en los días de nuestros hijos la misma prosperidad que por derecho deberíamos legarles ampliada y desarrollada".
- Theodore Roosevelt
Una nueva economía de los residuos
Modernización técnica de los vertederos
Para adaptarse a la gestión selectiva de residuos, los profesionales del tratamiento de residuos han diseñado nuevas instalaciones específicas: centros de agrupación y transferencia para flujos de residuos seleccionados (papel y cartón, envases huecos, vidrio, residuos verdes) y centros de clasificación afinados por material recuperable (cartón, papel blanco, periódicos y revistas, categorías de plástico, vidrio diferenciado por colores, hierro, aluminio). Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos realizados para reciclar los residuos, sigue habiendo residuos no aprovechables, en particular los residuos ordinarios. Otros residuos especiales son tóxicos y peligrosos; proceden del hogar (medicamentos, disolventes, pinturas, aceites, pesticidas, detergentes) y del lugar de trabajo (servicios médicos y hospitalarios, servicios de limpieza, artesanía, fábricas, transporte), y son desintoxicados y estabilizados antes de ser eliminados definitivamente. Por lo tanto, los vertederos conservan un papel necesario, que ahora está muy regulado y diversificado en centros con funciones especializadas.
Mi equipo y yo hemos escrito este artículo lo mejor que hemos podido, teniendo cuidado en dejar contenido que ya hemos tratado en otros artículos de esta revista. Si cree que hay algo esencial que no hemos cubierto, por favor, díganoslo. Le estaré, personalmente, agradecido. Si cree que merecemos que comparta este artículo, nos hace un gran favor; puede hacerlo aquí:
Para los residuos ordinarios (domésticos y similares), el vertido sólo es concebible en C.S.D.U. En esta forma, conserva un papel esencial en las zonas poco pobladas. Es una alternativa deseable a la incineración de alto coste, a la que a menudo se da mala fama por el recuerdo de casos probados de contaminación tóxica debida en particular a las dioxinas (moléculas derivadas de la combustión incompleta de los residuos y muy nocivas para la salud). Los nuevos equipos de incineración pueden controlar ahora estas emisiones, que están estrictamente controladas.
Los vertederos tradicionales están totalmente proscritos; todos los vertederos en bruto abiertos al viento están prohibidos y deben cerrarse. Hoy en día sólo quedan algunas curiosidades locales que han sido condenadas y son objeto de procedimientos judiciales. Los antiguos vertederos autorizados deben rehabilitarse para reducir sus molestias (olores, contaminación del suelo, del agua y del paisaje). Estos trabajos, largos, complejos y costosos, están incluidos en los programas de gestión departamentales y son financiados de forma complementaria por las colectividades locales (consejos departamentales) y el Estado, a través de la ADEME.
Los únicos vertederos autorizados actualmente son los que responden a técnicas mejoradas de protección del medio ambiente local y de gestión del funcionamiento interno de los residuos producidos. Estos centros están ahora reservados a los residuos últimos, de ahí su nombre de C.S.D.U. Su instalación supone que se garantice la protección de las condiciones naturales y humanas del lugar de acogida y que se respeten las exigencias reglamentarias, formuladas en un complejo expediente de estudio de impacto disponible para consulta de todos.
En función de su naturaleza y de su grado de toxicidad, los residuos se envían a diferentes vertederos:
los residuos inertes no contaminantes (tierra excavada, productos de demolición) se envían a un centro de clase 3 o se utilizan como relleno en las obras actuales;
los residuos no peligrosos no contaminantes (residuos domésticos y similares) se envían a un centro de clase 2;
los residuos especiales y peligrosos, principalmente de origen económico (industria, artesanía, servicios), se entierran en centros de clase 1; tras una serie de operaciones químicas de neutralización y desactivación, los residuos se almacenan con cuidado y se someten a un control muy estricto.
A la entrada de todos estos centros de almacenamiento, un portal especial comprueba que la carga presentada para su almacenamiento no sea radiactiva. Cualquier carga radiactiva encontrada prohíbe el acceso al lugar, y un procedimiento de alerta garantiza el bloqueo seguro de la carga antes de su envío a un centro de tratamiento especialmente equipado (véase NUCLEAR).
En el momento de su creación, un D.U.S.C. se compartimenta en celdas elementales hechas de arcilla y revestidas con membranas aislantes e impermeables (geotextiles, plásticos). Una red de pozos de desgasificación capta el biogás producido por la degradación de los residuos enterrados, que puede utilizarse para generar calor y energía en el emplazamiento y en las proximidades. Un sistema de drenaje recupera los líquidos de fermentación (lixiviados), que se tratan en una planta de tratamiento de aguas residuales.
Cuando se rellenan, las celdas se aíslan de la superficie mediante un doble revestimiento de láminas impermeables, después se cubren con tierra de relleno y se “reverdecen” para que se integren en el paisaje. Una vez rehabilitado, el emplazamiento se mantiene bajo vigilancia durante varias décadas (control de la calidad de las aguas subterráneas, del biogás, etc.). La apertura al público de vertederos piloto proporciona información general directa y fomenta los cambios ecológicos necesarios en el comportamiento cotidiano de las personas.
Diversificar la gestión de los residuos especiales y peligrosos
El uso creciente de productos cotidianos en el hogar está dejando residuos. Las recogidas especiales y las agrupaciones selectivas en los centros de recogida de residuos están siendo completadas por empresas capacitadas para reducir su agresividad y garantizar su estabilización. Se trata de prósperas unidades innovadoras de una nueva industria química al servicio de la economía general, la de la desintoxicación y valorización de los residuos más preocupantes.
En un principio, se trataba de reducir los riesgos que plantean los residuos industriales peligrosos: ácidos, bases, residuos de cianuro, soluciones de metales tóxicos, fluidos de mecanizado y emulsiones aceitosas. El objetivo primordial es, por tanto, la detoxificación: neutralización, desactivación, solidificación, vitrificación, todos ellos procesos químicos y físicos para conseguir una estabilización a largo plazo y no contaminante de los distintos tipos de residuos nocivos para el medio ambiente. Además, nuevos factores incitan a una actitud más creativa: el aumento del coste de las tecnologías más exigentes, el incremento de los volúmenes a tratar, la saturación de los pocos emplazamientos autorizados para recibir residuos finales, el agotamiento de los materiales raros, etc. Así pues, la regeneración (disolventes, resinas, fluidos), la extracción refinada (precipitación, destilación) de elementos preciosos en una mezcla (metales, disolventes renovados) son formas complejas y nuevas de tratamiento que se acercan al reciclaje tradicional.
Ampliación de los tratamientos térmicos: producción de energía y purificación
Una mejor comprensión de los factores que intervienen en la combustión ha permitido ampliar el ámbito de la incineración y controlar sus efluentes. El tratamiento térmico se perfila como una forma moderna de reducir los residuos y se utiliza cada vez más para los residuos domésticos en los países altamente industrializados donde el espacio para vertederos es escaso o mal percibido: se incinera el 74% de los residuos domésticos en Japón, el 50% en Estados Unidos y el 30% en el Reino Unido.
El 100% de los residuos domésticos en Japón y el 50% en Dinamarca, Suecia y Suiza se incineran. Aunque esta técnica reduce el volumen de residuos en tres cuartas partes, genera una gran cantidad de residuos nocivos. Mientras que las cenizas del fondo de combustión se reciclan en chatarra y cenizas reciclables que pueden utilizarse tras la desactivación, el control de los efluentes ligeros (gas, polvo, compuestos químicos) es esencial, difícil y costoso. Las primeras incineradoras, que en los años 70 eran auténticas “barbacoas” sin filtros, han sido sustituidas por centros industriales de tratamiento que producen calor y energía, equipados con diversos sistemas complementarios de depuración. Cuando los gases salen de las chimeneas de los hornos, primero se enfrían, se desempolvan, se lavan de sus humos y se filtran finamente para atrapar sus principales contaminantes (dioxinas y furanos, óxidos diversos, metales pesados). Los filtrados recuperados (“cenizas volantes”), que son húmedos y tóxicos, se envían a continuación a una U.C.S.D. de nivel 1 donde se vitrifican antes de su almacenamiento definitivo.
En los años 90, durante el rápido desarrollo del sector de la incineración, la negligencia de los equipos provocó la contaminación por dioxinas del ganado en el norte de Francia (1998) y en Saboya (2001). En 1996, menos de la mitad de las incineradoras francesas de gran capacidad (más de 6 toneladas/hora) cumplían las normas recomendadas por dos directivas europeas de 1989.
No obstante, algunas de ellas vertían niveles de dioxinas hasta mil veces superiores a las normas permitidas para la contaminación atmosférica, fijadas en 0,1 ng/m3 (10-10 g/m3) en la Unión Europea. Estos excesos, que se corrigieron tardíamente, llevaron a Francia a ser condenada por el Tribunal de Justicia de Bruselas en 2002. Desde 2002, se han realizado importantes correcciones. En 2005, la cantidad total de dioxinas liberadas por las incineradoras en servicio se estimó en 8,5 g/año, frente a 210 g/año en 2002 y 1.090 g/año en 1995. Sin embargo, el recuerdo de una serie de incidentes perjudiciales ha alimentado un prejuicio general contra la incineración y avivado la combatividad de las asociaciones.
La práctica del tratamiento térmico se está extendiendo a los residuos industriales peligrosos. Una vez recibidos in situ, este tipo de residuos se somete a unas condiciones de combustión ideales en un horno especialmente diseñado. Un proceso de oxidación específico y bien regulado capta toda la energía calorífica contenida en los residuos. En estas nuevas operaciones, la depuración de los gases de escape es necesariamente exigente y debe cumplir con precisión la normativa. La calidad de los resultados queda registrada en los certificados de competencia (ISO 14001) y de precauciones sanitarias (OHSAS 18001).
Hacia un uso cíclico de los recursos
La doble preocupación por la protección del medio ambiente y la valorización de los residuos lleva a reforzar dos sectores de actividad económica: la gestión de los residuos (recogida, transporte, tratamiento) y la valorización y el reciclaje de los residuos.
Reciclaje: selección y preparación de materiales reutilizables
Los recicladores señalan con humor que ejercen una de las profesiones más antiguas del mundo: ya en la época romana se recogían las armas de los soldados muertos en el campo de batalla. Es fácil ver cómo han evolucionado el número y la diversidad de negocios.
Las cosechas de los recolectores ocasionales o estacionales llegan al “patio” de almacenamiento y clasificación de un pequeño recuperador sedentario, primer eslabón de una cadena profesional de agrupación y selección de materiales cada vez más variados para su reciclaje. Tras un acondicionamiento inicial, los materiales de desecho más comunes (metales ferrosos y no ferrosos, papel y cartón, etc.) entran en la cadena comercial de materiales específicos. De empresa en empresa, cada sector refuerza sus recursos y especifica su función. Los “centros” sucesivos se especializan en algunos grandes sectores tradicionales (chatarra y metales no ferrosos; papel y cartón), recientemente reforzados (papel, cartón, vidrio) o creados (plásticos, desguace de automóviles) para responder a las directivas de las políticas de protección del medio ambiente y de desarrollo durable o sostenible. Cada sector termina en los grandes “polígonos industriales” de los “mayoristas” que abastecen a las plantas que utilizan estos materiales reciclados, también llamados “secundarios”. De este modo, se completa un bucle técnico completo para la reutilización de un material inicial.
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Los principales canales de reciclaje actuales, para la chatarra y los metales no férreos, se remontan a mucho tiempo atrás. Se desarrollaron espontáneamente en los siglos XIX y XX, con la mecanización de la industria y el transporte, para abastecer a la industria metalúrgica según la regla del comercio: si el precio de coste del material regenerado a partir de los residuos es inferior al precio del material virgen, la recuperación está económicamente justificada. Además, las condiciones políticas han reforzado sus cimientos: una función de seguridad nacional en el suministro de materiales de interés estratégico durante los periodos de conflicto (1914-1918 y 1939-1945) en Europa, el suministro de competencias y materiales en los grandes proyectos nacionales de reconstrucción y desarrollo de la posguerra y, ahora, la incorporación a la legislación vigente de directivas europeas y decretos nacionales a favor del uso económico y sostenible de los recursos.
Esto ha llevado a la creación de nuevos sectores. En el caso de la recogida de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE), la opción política de la Unión Europea, expresada en una serie de textos posteriores a 1994, consiste en fomentar la reducción de los residuos al final de su vida útil en los distintos sectores económicos. Éste es también el caso del desguace de automóviles.
La “Fédération nationale de la démolition automobile” (F.N.D.A.), creada en Francia en 1997, ha contribuido a establecer un sector que trata los vehículos al final de su vida útil en dos operaciones sucesivas distintas:
la descontaminación retira del vehículo los distintos fluidos (combustible, aceite, líquidos de frenos y refrigeración) y la batería, que se envían a instalaciones específicas de recuperación o eliminación;
el desguace incluye la fase de desmontaje (extracción de piezas para su reutilización, componentes como vidrio, neumáticos, espuma y plásticos, que se recuperan como materiales o energía), la trituración de la carcasa y la clasificación de los metales, así como el tratamiento de los residuos. Esta nueva industria de desguace de automóviles emplea a unas 9.000 personas en 900 pequeñas y medianas empresas.
En cada sector del reciclaje, no es necesariamente rentable reciclar la chatarra, por lo que el poseedor de los residuos debe hacer una contribución financiera para pagar el reciclaje. Esta contribución se realiza bien en el momento de la compra del nuevo producto, que incluye una contribución obligatoria, bien mediante el pago directo al reciclador en el momento de la recogida de los residuos usados, bien a través de una tasa fiscal o parafiscal. El caso del aceite usado es la ilustración más antigua de este último tipo de financiación. Este aceite puede reciclarse, tras su purificación, en forma de aceite regenerado o utilizarse como combustible. Pero su valor de reventa es bajo, muy inferior al coste de su recogida en los talleres.
A pesar de la falta de rentabilidad del sector del reciclaje, las autoridades públicas -para evitar una contaminación incontrolada y generalizada del medio ambiente por el aceite negro usado- han tenido que organizar su financiación. En cada compra se paga un impuesto de unos céntimos de euro, que se añade al precio de coste del aceite nuevo. Las sumas recaudadas se destinan a garantizar el equilibrio económico del sector. Mecanismos similares de retención en origen financian también la recogida y el reciclaje de los envases domésticos, a través de una organización privada (Eco-Emballage).
Reciclaje: producción de “materias primas secundarias”
Estas industrias medioambientales se desarrollan independientemente o junto con las industrias económicas más tradicionales que abastecen a la industria. En Francia, por ejemplo, la antigua industria del vidrio, que se reforzó en los años 80, tiene una tasa de reciclado de casi el 50% para el vidrio de envasado; y la industria de los palés, que se utiliza en la venta al por menor de alimentos y en el comercio de materiales de construcción, procesa más de 48 millones de palés al año para su reutilización o trituración en combustible.
A pesar de las limitaciones de viabilidad técnica y de rentabilidad económica, las actividades de recuperación y reciclaje están en expansión. En Francia, entre 2000 y 2004, las ventas aumentaron más de un 30% y el empleo un 16%. En 2004, estas actividades representaban a unas 2.700 empresas de diversos tamaños, que empleaban a 30.000 personas y generaban unas ventas totales de 7.700 millones de euros.
Los dos sectores tradicionales del metal siguen siendo los más importantes: la chatarra y los vehículos al final de su vida útil, reforzados por la renovación técnica del desguace, representan el 34% de las ventas totales. Los metales no ferrosos representan el 33% de las ventas totales. El negocio de los metales no ferrosos, que representa el 33% de las ventas totales, está en expansión como consecuencia de la subida de los precios en un mercado mundial tenso debido al aumento de la demanda de los principales países emergentes (India, China). Se benefician de fuertes salidas nacionales y europeas en acerías, fundiciones y refinerías de diversos metales (aluminio, cobre, plomo, zinc).
Varias industrias pesadas han hecho de los materiales reciclables, conocidos como “materiales secundarios”, una parte importante de su abastecimiento: el 30% para la chatarra, que se utiliza hasta el 100% en las acerías eléctricas; entre el 40% y el 85% para los metales no férreos. El 100% para los metales no férreos (principalmente aluminio y cobre), en función de los requisitos técnicos, los costes de transformación y la escasez de los minerales originales.
Otros sectores de reciclaje más comunes, como el papel, el cartón y los plásticos, han visto aumentar fuertemente sus volúmenes con la recuperación selectiva sistemática de los residuos industriales y domésticos ordinarios. Su mercado, sostenido a escala nacional (1970), se amplió a Europa bajo la influencia de los países escandinavos y germánicos (1990), y finalmente se abrió al comercio mundial con las nuevas demandas de Asia, Turquía y, sobre todo, India y China. Estos países y los de África y Oriente Medio son también los mercados de los productos de las colecciones de ropa vieja, tejidos desechados y diversos bienes de segunda mano amasados por las grandes organizaciones humanitarias y las pequeñas empresas que trabajan para reintegrar a las personas en la sociedad.
Así pues, más allá de los circuitos económicos del comercio, los residuos recuperables abren la vía a intercambios a veces poco controlados. Los riesgos que plantea el movimiento internacional incontrolado de ciertos residuos tóxicos peligrosos fuera de las zonas reglamentadas son bien conocidos. El Convenio de Basilea (marzo de 1989), firmado por más de un centenar de países miembros de la OCDE, pretende evitar el tráfico reprensible de residuos peligrosos, sobre todo hacia los países en desarrollo. Estas normas, que son necesarias, deben aplicarse con sensatez para luchar contra posibles catástrofes medioambientales, sin frenar un comercio que ahora forma parte de una nueva economía que pretende ser sostenible.
Con prácticas que han sido probadas y modernizadas en grandes empresas concentradas y abiertas a los mercados internacionales, la recuperación es ahora una actividad esencial. Es el eslabón decisivo de una “economía ciclada”, la que hace posible la imprescindible regeneración de los materiales degradados a residuos.
Nueva planificación industrial para empresas socialmente responsables
Han surgido nuevos comportamientos industriales: ahorrar energía, materiales y agua; reducir los residuos y la contaminación. A nivel de empresa, estas preocupaciones ecológicas y los esfuerzos realizados se convierten en retos que se ganan y autentifican mediante referencias certificadas. A escala de los parques empresariales, se diseñan instalaciones comunitarias para almacenar y clasificar los residuos reciclables. Tres ejemplos son reveladores.
En primer lugar, las colaboraciones entre empresas con competencias complementarias, vinculadas por un contrato profesional de compromiso mutuo. Una empresa especializada en rudología operativa realiza análisis técnicos sobre la naturaleza, el destino y el tratamiento de los residuos de una unidad industrial. Tras elaborar un informe técnico, económico y reglamentario, propone a la empresa en cuestión un plan de acción y un programa de mejora de la gestión de los residuos. De este modo, múltiples complementariedades operativas pueden favorecer la agrupación selectiva y la valorización de nuevos materiales hasta ahora descuidados a escala regional y en diferentes ramas de actividad. En el oeste de Francia, se están creando nuevos proyectos en el sector descuidado de la recuperación de la madera y las fibras de celulosa.
En otro caso, se establecen vínculos económicos y técnicos originalmente estructurados en las zonas industriales de algunos países pioneros en el valor añadido. Las iniciativas se consolidan en tecno-parques industriales, también conocidos como “ecoparques”, donde se puede lograr una especie de “simbiosis industrial” (véase la figura). Desde su creación, los vínculos técnicos entre las unidades industriales vecinas se diseñan para que se apoyen mutuamente. Por ejemplo, en el centro industrial danés de Kalundborg, un binomio económico básico formado por una refinería de petróleo y una central térmica abastece a una red de unidades auxiliares que utilizan el calor, el vapor y ciertos productos residuales (gases, líquidos, residuos sólidos) de estas dos industrias básicas. Por ejemplo, una planta química de ácido sulfúrico utiliza el azufre residual de la refinería y una planta de paneles para la construcción utiliza sus gases combustibles. Cerca de allí, una granja de hortalizas y un centro de acuicultura utilizan el calor sobrante de la central térmica. El polígono industrial de Kalundborg se creó en los años 60, al principio por motivos puramente económicos sin ninguna consideración medioambiental, pero desde 1990 se ha convertido en un parque ecológico modelo.
Por último, en zonas con un desarrollo económico innovador, los “parques rudológicos” reúnen diversas actividades directamente relacionadas con los residuos: almacenamiento, envasado y tratamiento de residuos no agresivos.
La zona industrial del puerto de Le Havre alberga en sus inmediaciones varias unidades de este tipo: una planta de trituración y selección de vidrio doméstico procedente de la recogida selectiva; una unidad de tratamiento de las cenizas de fondo procedentes de la incineración de residuos domésticos, que tritura y selecciona los residuos metálicos reciclables y los materiales inertes utilizados como subcapas de relleno; una unidad para los residuos verdes, que se convierten en compost, y los residuos de madera, que se trituran para producir combustible para los sistemas de calefacción comunitarios; por último, una zona de recepción de materiales de deconstrucción almacena los elementos nobles, tritura y clasifica los materiales comunes de demolición por granulometría, con el objetivo de reconstruir los nuevos edificios utilizando parcialmente los antiguos.
Estos ejemplos ilustran una preocupación general por la reducción esencial de los residuos de todo tipo y origen, y el reciclaje máximo de materiales y energía. Es el comienzo de una economía verde, o incluso de una ecología industrial.
Se trata sin duda de la última etapa de la evolución histórica de las técnicas de explotación de los recursos, que puede trazarse del siguiente modo:
primero, el uso lineal de materiales y energía para un único fin, sin límite previsible de disponibilidad y con un gran volumen de residuos ;
después, un uso controlado (fase actual) que ralentiza la extracción de recursos y reduce la masa de residuos mediante el reciclaje parcial de la energía y los materiales contenidos;
por último, una ecología económica que crea un ecosistema que garantiza la sostenibilidad relativa de los recursos y una fuerte reducción de los residuos, que se reducen a desechos finales técnica y económicamente no recuperables.
La grave crisis medioambiental planetaria revelada por la acumulación a veces catastrófica de residuos podría así allanar el camino para el diseño y la puesta en marcha de un espacio de calidad equilibrado y sostenible.
En relación a esto, puede ser <a href="https://leyderecho.org/economia-circular/" title="Economía Circular">especialmente interesante la descripción de la economía circular</a> y <a href="https://leyderecho.org/modelos-de-la-economia-circular/" title="Modelos de la Economía Circular">sus modelos</a>.